Escuchaba
decir a Alfonso Guerra que la manera honesta de hacer juicios valorativos sobre
hechos históricos es hacerlo con relación a la información que se tenía en el
momento. Hacer reflexiones sobre lo que se tenía que haber hecho en el pasado
desde la posición ventajosa del conocimiento de lo que sucedió después es
tramposo. Juzgar cómo el gobierno socialista de Zapatero se comportó en la
evolución de la crisis, su capacidad de previsión, las medidas adoptadas, los
ajustes de mayo de 2010, se ha convertido en un ejercicio de linchamiento
injusto y a menudo erróneamente fundamentado.
Es necesaria una narración de los
hechos rigurosa que recomponga con veracidad el papel de los socialistas ante
la crisis económica, explicando el sentido de las decisiones tomadas y los
efectos que tuvieron en la economía, al tiempo que hacer examen crítico de lo
que no se hizo bien, para ver el camino que queda por recorrer para salir de ésta.
El primer reproche que se hace es
que no supo ver venir la crisis, que hasta se negó su propia existencia.
Vayamos a los datos de previsión de crecimiento para 2009 que se manejaban en
2008. El Servicio de Estudios del BBVA pronosticaba una contracción de entre el
0´1 y el 1´5% del PIB; la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS) hacía una
previsión de contracción del 0´9%; el FMI auguraba una contracción del 0´7%.
Con todos estos datos, que en 2008 manejaban reputados centros de estudios
sobre la realidad económica, cualquier observador objetivo extraería la
conclusión de que estábamos ante una desaceleración del crecimiento, incluso un
aterrizaje suave de las burbujas financiera e inmobiliaria.
El término desaceleración comenzó a emplearse
por la administración norteamericana y era el generalmente extendido entre
expertos por aquel tiempo. La realidad de lo que luego pasó en 2009 estaba muy
lejos de los pronósticos de estos expertos y sus carísimos gabinetes de
estudios. Entramos en una profunda recesión con un desplome de nuestra economía
del -3´7% del PIB. Efectivamente, no era una desaceleración, sino una profunda
crisis económica, una recesión que afectaba a todas las economías de nuestro
entorno y que nadie vio venir en su momento, por mucho que nos quieran contar
algunos ahora.
¿Qué hicimos para afrontar la recesión? En la
cumbre Washington del G20 se adoptó el acuerdo unánime de aprobar un enorme
paquete de medidas fiscales de estímulo de la economía para luchar contra la
recesión. En este contexto se pone en marcha un ambicioso plan de inversiones
públicas con 8.000 millones de euros en 2009 y otros 5.000 en 2010. Fueron los
conocidos como Planes E o Planes Zapatero. El resultado en términos de
crecimiento del PIB fue que de un resultado negativo del -3´7% en 2009, la
economía española pasó a frenar esa tendencia con un -0´3% en 2010 y un leve
ascenso del 0´4% en 2011. Se había conseguido frenar la recesión y cambiar la
tendencia. Tras esta herencia socialista, la política de austeridad a ultranza
y recortes masivos del gasto público del gobierno de Rajoy, nos ha llevado de
nuevo en 2012 a la recesión con un crecimiento negativo de -1´4%.
En mayo de 2010 tras la crisis de la deuda
griega se decide por parte de la Unión Europea un paquete de ajuste fiscal muy
duro. El gobierno socialista se enfrenta a uno de los momentos más difíciles de
la legislatura. Zapatero presenta en el Congreso un conjunto de medidas de
reducción del gasto público por un importe de 15.000 millones de euros a lo
largo de dos años. Pero el ajuste obligado por las instituciones europeas a
todos los países del euro, se lleva a cabo sin recortes en sanidad ni en
educación, congelando temporalmente las pensiones y reduciendo en dependencia
solamente sobre los pagos de atrasos. Preservando los pilares básicos del
Estado de bienestar, se cierra 2010 con un déficit público medio punto inferior
al objetivo previsto. Rajoy con su tijera destructora de políticas sociales es
incapaz de cumplir sus compromisos.
Lo que no hicimos los socialistas desde el
Gobierno fue presentar propuestas alternativas en Bruselas, trabajar para
establecer una coalición con otros países y grupos políticos para resistir a
las políticas que la Alemania de Merkel pretendían imponer desde las
instituciones europeas, promover reformas fiscales para exigir más a los más
ricos, cambiar el modelo económico para avanzar por la senda de la
productividad basada en la innovación y el conocimiento. Estas son las tareas
que deben marcar nuestra agenda en lo sucesivo, con la conciencia firme de que
lo que hicimos estando en el Gobierno fue con el propósito de evitar un
durísimo rescate y el consiguiente sufrimiento para la mayoría de nuestros
conciudadanos, con el menor coste social posible.
Publicado en La Opinión de Málaga el 9 de septiembre de 2013.
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