El economista de Harvard
nacido en Turquía y de origen sefardí Dani Rodrik, en
su libro La paradoja de la globalización, reflexiona
críticamente sobre su profesión estableciendo el
diferente planteamiento de los expertos en economía cuando se
expresan en el ámbito académico, en contraste con sus
opiniones en foros menos exigentes. Los mismos economistas que
sientan doctrina dogmáticamente en tertulias sobre qué
hacer, realizan análisis más ricos en matices en la
universidad, en una actitud intelectual más de acuerdo con
como suele ser la sociedad, compleja, contradictoria y conflictiva.
Las opiniones de los
economistas, como en otros ámbitos del conocimiento, están
marcadas por la ideología de quienes las formulan, en un
terreno donde además se juegan muchísimos intereses. Un
espacio en el que no es igual defender la neutralidad de la política
ante los mercados favoreciendo a los poderes económicos, que
concebir la política económica como un instrumento para
reequilibrar la riqueza redistribuyéndola con criterios de
igualdad, justicia y solidaridad. El campo de batalla ideológico
por excelencia.
Los ideólogos de
la derecha presentan la crisis económica como la gran coartada
para desmontar el Estado de bienestar. La economía se nos
presenta como una ama tirana, a quien debemos rendir culto
sacrificando a nuestros hijos en el altar de los mercados para
aplacar su ira. El reto de la socialdemocracia es desvelar las
coartadas ideológicas, demostrando que el reparto igualitario,
justo y solidario de la riqueza hace a las economías de los
países más prósperas, competitivas y eficientes.
Formular modelos de crecimiento económico sostenido y
sostenible, basados en la innovación, el conocimiento y el
respeto al medio ambiente.
En un mundo donde
aplicar el conocimiento a la producción determina la
competitividad, la educación y la investigación son
vitales para recuperar la senda del crecimiento y la creación
de empleo. Por tanto, el sistema educativo debe ser equitativo, para
que todo el talento acceda a la formación sin que dependa del
dinero de las familias la oportunidad de estudiar. No podemos
permitirnos desaprovechar parte de nuestro capital humano, no
solamente por un imperativo de justicia social sino por el futuro de
nuestra economía productiva. Las inversiones en la educación
pública deben ser la prioridad de la política económica
de España.
Activar los recursos
económicos disponibles en inversiones productivas para el
impulso de la economía es necesario, dentro de una política
económica orientada a estimular sectores de futuro. La
atención a personas dependientes tiene potencial para generar
en el horizonte de 2015 más de 600.000 empleos, según
el Informe de la Fundación Alternativas sobre La atención
a la dependencia y el empleo. Las empresas españolas que
exportan tienen un futuro prometedor, que merece el apoyo público
para que aumenten su presencia en mercados exteriores. Sectores como
las energías renovables, la biotecnología, las
industrias culturales, la industria aeroespacial, las ecoindustrias,
forman parte de la nueva economía a desarrollar y para la que
estamos debidamente preparados. Tenemos empresarios capaces y
profesionales cualificados, falta una política económica
de estímulo.
El lastre de la deuda
requiere una respuesta europea solidaria que pasa por poner en marcha
los eurobonos. No es aceptable que Alemania se esté
beneficiando de la financiación al coste más bajo de su
historia por la brecha del diferencial de deuda entre la Europa del
Norte y la periferia. Reforzar las instituciones políticas
europeas haciéndolas más democráticas y
representativas, avanzar en la Europa federal de los ciudadanos es
tarea prioritaria para la socialdemocracia. Existe un déficit
más peligroso que el presupuestario, el déficit de
gobernanza de la democracia sobre el poder financiero.
Hace falta en definitiva
una economía que atienda a las necesidades de la ciudadanía,
que abra las ventanas a un futuro de esperanza para el empleo y el
bienestar social de las personas, una econonuestra, con políticas
económicas democráticas diferentes a las recetas de la
derecha que solamente nos ofrece resignación ante los poderes
económicos. Es esta la tarea urgente en la que los socialistas
debemos emplearnos a fondo, ofreciendo alternativas innovadoras,
rigurosas y realizables. El tiempo se agota para mucha gente que no
puede esperar.
Publicado en La Opinión de Málaga el 16 de diciembre de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario