La
filosofía es lo contrario del sentido común, de la evidencia por tradición. Su
destino consiste, precisamente en perforar dicho sentido común, escribía
Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía? El pensamiento crítico es lo menos
parecido a eso que llaman el sentido común, que habitualmente se refiere a
interpretaciones de la realidad asentadas en la conciencia colectiva por los
poderes dominantes y que tiene una intención de conservar el statu quo
establecido.
Desde este punto de vista la
conocida frase que dice que el sentido común es el menos común de los sentidos,
no alude a la escasez de entendimiento del ser humano. La inteligencia y la
memez son transversales. Quizás son una de las pocas cosas que están repartidas
con justicia en todas las posiciones sociales. Más bien hace referencia a que
cada cual tiene su manera de entender el sentido de las cosas y por tanto su
pretensión de que sea norma común para la comunidad. Este juicio de sensatez y
virtud de las normas está condicionado por nuestra escala de valores, por
nuestra manera de entender las relaciones humanas y los comportamientos con los
demás.
Eso que conocemos como ideología es
el marco mental con arreglo al cual entendemos el mundo y nuestra relación con
el entorno social, político y económico. Nos sirve para dar coherencia ética a
nuestras acciones y para estructurar nuestro pensamiento. En política es
especialmente relevante, porque no basta con la indignación ante una realidad
que nos disgusta, sino que es necesario un marco ideológico si queremos
elaborar un programa de acción política coherente y compartido por otros que
sienten y piensan de igual manera sobre la libertad, la justicia, la igualdad.
La irrupción una nueva fuerza
política emergente se nutre de una suerte de sentimiento común, el de la
indignación ante una crisis económica que golpea duramente a las clases medias
y de la que tenemos la sensación de sufrirla con una enorme injusticia en el
reparto de los sacrificios. Su virtud ha sido entender muy bien los mensajes de
ciudadanas y ciudadanos que participaron en las asambleas del 15M. En estos
debates la agenda política de temas que se abordaban era fundamentalmente
progresista y de izquierdas. Sin embargo, el mensaje de su líder huye
deliberadamente del posicionamiento ideológico izquierda-derecha, se instala en
la transversalidad en un intento de abarcar todo el espectro político para
extender al máximo sus redes, con un único elemento común bastante antipolítico
calificando a los demás partidos de casta.
La hora de la verdad en política
llega en el momento de ofrecer a la ciudadanía un programa de acción
transformador, que resuelva sus problemas con soluciones viables desde el
conocimiento de las políticas públicas y con capacidad suficiente para
aglutinar alrededor una amplia mayoría con fuerza para lograr hacerlo posible.
Estos objetivos son difícilmente alcanzables sin una organización que se defina
ideológicamente, sin una experiencia en sus cuadros que acredite su capacidad
técnica y política para gobernar y sin una capacidad para establecer alianzas
transnacionales en la Unión Europea.
La socialdemocracia española dejó
pasar el 15M sin darle la importancia que merecía. En sus asambleas participó
mucha gente progresista que hablaba, debatía y proponía sobre transparencia,
democracia, exigencia de responsabilidades, justicia en el reparto de
esfuerzos, límites a los poderes del dinero, defensa de la sanidad universal,
de la educación pública, de la atención a la dependencia, la necesidad de una
economía para las personas y no de un sacrificio de los débiles para la
economía. Esos son los temas que preocupan a la ciudadanía y que requieren una
respuesta desde la izquierda transformadora.
En el PSOE estamos inmersos en un
proceso de renovación de las personas que dirigen el partido, de las propuestas
programáticas para salir de la crisis y de los modos de relacionarnos con la
ciudadanía, impulsado por el recientemente elegido en primarias como secretario
general Pedro Sánchez. El decálogo de medidas económicas presentado
recientemente, la propuesta de una renta básica para parados sin prestación, la
limitación de mandatos y aforamientos, son ejemplos de que se está entendiendo
el mensaje. Nosotros extendimos la sanidad y educación universales como
derechos, el sistema de atención a la dependencia, las pensiones no
contributivas. Se trata de actualizar las políticas para que el Estado social
siga siendo posible. La socialdemocracia está presente en toda Europa y tiene
capacidad si actúa unida para cambiar la política económica austericida. Somos
una fuerza política cargada de valores progresistas, con personas de acreditada
solvencia en la gestión pública y con fuerza para un proyecto europeo. En el
partido socialista no sólo podemos, sabemos.
Publicado en La Opinión de Málaga el 7 de septiembre de 2014.
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