lunes, 13 de agosto de 2012

LA HERENCIA SOCIALISTA

Durante el pasado Congreso del PSOE de Málaga después de sesudas reflexiones analizando la encrucijada en la que se encuentra la socialdemocracia, tomó la palabra un veterano compañero de la agrupación de Rincón de la Victoria que con un lenguaje sencillo nos dejó a todos sin palabras. Nos habló de la herencia socialista, desde la perspectiva de quien tiene reciente y firmemente grabado en su memoria el recuerdo de cómo era España antes de 1982. Nos habló de las autovías que unen a personas y hacen accesibles los servicios públicos, de los colegios públicos que garantizan la igualdad en el acceso a la educación, de los hospitales que nos protegen ante la enfermedad sin preguntar si tienes dinero para pagar caros y sofisticados tratamientos y pruebas diagnósticas, de esa manera solidaria de hacer país que hemos denominado Estado del bienestar.
            Aquel hombre sencillo nos recordó con palabras claras los logros de 30 años de democracia en nuestro país, el desarrollo de una manera de entender la convivencia que surge con el pacto constitucional, en esta casa común que es España como estado social. Porque a veces hablamos de todo esto como si fuera parte del paisaje ciudadano por génesis espontánea. Olvidamos que el desarrollo de las políticas que construyeron el estado social tal y como hoy día lo conocemos se debe al impulso de los gobiernos socialistas de Felipe González y Rodriguez Zapatero.
            En 1985 fue un ministro socialista, José María Maravall, quien con la LODE inició la senda de la constitucionalización del sistema educativo,  de la inversión de gran cantidad de recursos económicos en dignificar una escuela pública que hasta entonces era muy pobre y de promoción de una igualdad de oportunidades en nuestro sistema educativo que hasta entonces no existía. En 1986 la LGS universalizó las prestaciones de la atención sanitaria a toda la ciudadanía, abriendo paso al desarrollo de un sistema público de salud de altas prestaciones que ha permitido el desarrollo científico y tecnológico de nuestros profesionales, con unos costes en términos de porcentaje de PIB por debajo de países como Francia y Alemania. Finalmente, en 1990 se aprobaron las pensiones no contributivas, garantizando unos ingresos mínimos a todas y todos al término de la edad laboral, cerrando la arquitectura básica de estos tres pilares del estado de bienestar.
            Durante el gobierno de Zapatero se impulsaron nuevas políticas de igualdad y no discriminación, se elevaron el salario mínimo interprofesional y las pensiones mínimas, se aprobó el estatuto del trabajador autónomo, se construyó una sólida red de escuelas infantiles para los menores de tres años, con un hito fundamental en lo que respecta a derechos sociales marcado por la puesta en marcha del Sistema de Atención a la Dependencia.
            Pero llegó mayo de 2010 y la crisis de la deuda modificó el panorama de la segunda legislatura. Zapatero presentó los términos del ajuste en el Congreso y lo hizo con un único propósito, evitar una intervención externa, lo que supondría la caída del gobierno democrático y su sustitución por un equipo de tecnócratas impuesto para cumplir los mandatos de los poderes financieros. El ajuste se hizo tomando medidas muy duras que afectaron a amplios sectores de la población y la economía, pero poniendo a salvo los pilares del Estado de bienestar, no hubo recortes ni en sanidad ni en educación, en pensiones solo había una congelación temporal que no afectaba a las pensiones mínimas y en dependencia se aplicaba solo a los pagos atrasados.
            Ante el abismo de ser intervenidos como había ocurrido con Irlanda, Portugal y Grecia, ante el riesgo de un programa de ajuste despiadado y sin posibilidad de someter al debate democrático, las medidas tomadas evitaron la ruina de una España rescatada donde la clase trabajadora habría sufrido infinitamente más. Zapatero entregó el gobierno a la fuerza política y al líder elegidos democráticamente por la ciudadanía tras las elecciones del 20-N.
            Sin duda se cometieron errores en el diagnóstico y la gestión de la crisis, el primero de ellos no abordar el problema de la burbuja inmobiliaria generada durante los gobiernos de Aznar. Los tímidos esfuerzos puestos en marcha con las iniciativas para una economía sostenible, no fueron suficientemente decididos para afrontar el necesario cambio de modelo productivo. La negación de la crisis y su magnitud no contribuyeron a preparar a la ciudadanía para asumir el programa de ajustes necesario. Las medidas tomadas no fueron capaces de generar confianza en que el peso del ajuste se estaba repartiendo con justicia. Y la gran asignatura suspensa, el saneamiento del sistema financiero exigiendo responsabilidades caiga quien caiga a sus gestores.
            La herencia colectiva del Estado de bienestar es la que está en riesgo ante el gobierno de Rajoy que usa la crisis como coartada para un ajuste ideológico. Ahora toca mirar hacia delante, hacer una lectura crítica del pasado y ponernos a trabajar por defender la herencia de nuestros abuelos y nuestros padres mirando al futuro, movilizarnos con corazón para entender el sufrimiento de tantos y atender sus voces de dolor y rabia, movilizarnos con inteligencia para idear juntos políticas que hagan viable una sociedad solidaria en el siglo XXI.
Publicado en MálagaHoy el 10 de agosto de 2012.