jueves, 28 de marzo de 2013

CIUDADANOS DE EUROPA, EMPODERAOS


          En la película de Roger Donaldson Trece días, que narra la crisis de los misiles de Cuba, Kennedy mantiene una coversación con su hermano Bob y su jefe de gabinete en la que hace mención al libro de la historiadora Barbara W. Tuchman Los cañones de agosto. Primera Guerra Mundial, han muerto trece millones de personas, todo porque los militares de cada alianza creían que podían prever las intenciones del enemigo basándose en experiencias de guerras anteriores. Pero el mundo y la tecnología habían cambiado y aunque aquello ya no era válido, actuaban así porque era lo único que conocían. Ni los soldados ni los civiles sabían por qué sus vidas estaban siendo destruidas, activaron un mecanismo de acontecimientos que se fueron precipitando y que no pudieron parar.

            La crisis está afectando a los cimientos de nuestras instituciones democráticas, resquebrajando las bases del contrato social forjado tras la Segunda Guerra Mundial, del Estado de Bienestar como modelo de convivencia, con una economía competitiva y un alto nivel de cohesión social. Aumenta la sensación de podredumbre del sistema entre la ciudadanía. Es frustrante ver como los gobiernos democráticos de los Estados-nación, no sirven para protegernos de las balas que disparan los poderes económicos y que están masacrando a diario al personal.

            Vivimos en un estado de desorientación generalizada alimentada por los ideólogos de la derecha neocón que nos ha metido en este lío. Nos golpean una y otra vez con sus mantras dirigidos a instalar la culpa en nuestras conciencias. Habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades, cuando con lo ocurrido en Chipre estamos a punto de descubrir que a lo peor también estamos ahorrando por encima de nuestras posibilidades.

            Es necesario pensar con claridad para encontrar respuestas haciendo las preguntas adecuadas. ¿Es posible en una economía globalizada, compitiendo en un mercado mundial, con la circulación del dinero por el mundo intencionadamente desregulada, tomar decisiones eficaces desde la debilidad política de cada Estado miembro de la Unión Europea? El mundo ha cambiado, las reglas de juego que impone la revolución tecnológica de nuestro tiempo demanda otras soluciones con otros instrumentos para hacerlas posibles. Los desafíos de la competitividad de nuestras empresas, del empleo sostenible y de calidad, de la necesidad de unos mercados financieros al servicio de la economía productiva, de una estrategia energética para el siglo XXI, solamente son abordables desde la fortaleza de la dimensión europea de las políticas.

            En el libro No es economía, es ideología del colectivo Economistas Frente a la Crisis, Josep Borrel dedica un capítulo al Gobierno económico europeo. Propone una serie de medidas entre las cuales la primera sería una estrategia de crecimiento para Europa, encaminada a reactivar la actividad económica y generar empleo con políticas anticíclicas que nos saquen de la recesión a la que nos lleva inexorablemente el austericidio.  En segundo lugar, introducir los eurobonos para financiar parcialmente los déficits públicos creando una Agencia Europea de la Deuda, para que podamos escapar de la trampa de la dichosa prima de riesgo, que está permitiendo la indecencia de que unos pocos ganen mucho dinero a base de empobrecer y hacer sufrir a la mayoría de la gente. En tercer lugar, pero no menos importante, regular los mercados financieros para que cumplan con la función de dar seguridad, proporcionando liquidez y crédito a las empresas que operan en la economía productiva.

            Mientras no seamos conscientes de que en esta tarea todos estamos concernidos, que es necesaria una revolución cívica que centre los debates sobre una mayor y mejor democracia de las instituciones que gobiernan Europa, estaremos errando el tiro. Es necesaria una ciudadanía que de el paso de la indignación y la protesta, a la insumisión y la propuesta. Un nuevo espacio público politizado con valores de decencia, ética y honradez, hecho por ciudadanos formados, informados y vigilantes, con poderes de cristal para un control democrático basado en la participación y la transparencia. Están surgiendo redes que tienen que fructificar mediante la toma de conciencia crítica para conducir a un empoderamiento cívico de dimensión europea. Hubo otros tiempos en los que generaciones tuvieron que hacerlo todo de nuevo porque estaba todo por hacer. Hoy es uno de esos momentos. Ahora nos toca a nuestra generación elegir entre ser lluvia de fértil esperanza o quedarnos tras los cristales viendo como siguen lloviendo piedras sobre nuestras cabezas y las de nuestros hijos.
 
Publicado en La Opinión de Málaga el 28 de marzo de 2013.