miércoles, 31 de octubre de 2012

SIN HIPOTECAS


     El remordimiento. Esa cadena tirana que nos engancha a la pesada bola de nuestro sentimiento de culpa. La plomiza opresión del mantra de nuestro tiempo que nos repite una y otra vez martilleando insistentemente sobre nuestras conciencias, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, es una poderosa fuerza dirigida a doblegar la conciencia y la voluntad de lucha de la ciudadanía ante esta injusta salida de la crisis.
       Pretenden convencernos de que quienes montaron la fiesta del crédito fácil y barato, para ganar enormes cantidades de dinero a costa del sueño de la clase media trabajadora de tener una casa en propiedad, no son en absoluto responsables del drama que vivimos. Quienes no quisieron ver el contrato precario con sueldo mileurista de un joven trabajador al pedir un crédito, sino que lo animaron además a comprarse un coche nuevo, amueblar la casa y darse un viajecito en vacaciones, ahora se convierten en verdugos de su futuro ejecutando cientos de desahucios diarios.
      La codicia de los bancos por hacer negocios altamente lucrativos con el crédito masivo, fue mayor que la prudencia que debieron tener a la hora de evaluar riesgos dentro de una buena práctica del negocio bancario. Claro que son altamente culpables de la situación que vivimos, donde uno de los grandes problemas de nuestra economía es el sobreendenudamiento de las familias al que contribuyeron entusiastamente comercializando créditos y productos financieros de modo irresponsable.
      El sector financiero que fue el origen de esta crisis brutal, pretende que el problema del agujero en sus balances lo paguemos entre todas y todos. Los defensores de la libre economía de mercado cuando ganaban dinero, se tornan ahora en exigentes demandantes de la intervención del Estado para socializar sus pérdidas bajo la coartada de la crisis económica.
      Es hora de decir basta. Hicieron malos negocios y deben asumir las consecuencias con las correspondientes pérdidas a su cargo. Y para la gente que sufre, hay que plantear seriamente alternativas. Resolver un drama humano que angustia a miles de familias a diario, la despiadada máquina de ejecutar desahucios que dejan en la calle a cientos de mujeres, hombres, ancianos y niños. ¿Por qué el dinero que se va a dar a los bancos para que tengan liquidez no pasa por levantar hipotecas de las familias que no pueden pagar porque han perdido su trabajo? ¿Son necesarias modificaciones de las leyes?, pues hagámoslas, seria, responsable y democráticamente.
     En estos días hemos podido conocer las propuestas de un grupo de jueces que elaboraban un informe para el Consejo General del Poder Judicial. En este documento se hace un examen crítico de la mala praxis seguida por la banca al extender créditos con ligereza y comercializar irresponsablemente productos financieros complejos. Sugieren extender al ciudadano sobreendeudado una parte de los beneficios y ayudas que la banca recibe del Estado, para evitar la ruina de esas personas y su exclusión social, y distribuir así las consecuencias de la crisis económica. Proponen el concepto de deudor hipotecario de buena fe, estableciendo la dación en pago regulada obligatoriamente, la modificación del procedimiento de ejecución hipotecaria, atribuyendo al juez la facultad de acordar moratorias de pago, medidas para que el deudor pueda continuar en su vivienda mediante arrendamiento. Un modo más humano de tratar a las personas para no dejarlas en la calle sin más.
        Todas estas iniciativas requieren cambios en las leyes, cambios necesarios que muestran que para salir de la crisis no podemos permitirnos una democracia por debajo de nuestras necesidades. El PSOE ha tomado la iniciativa política elaborando una proposición de ley de medidas contra el desahucio, el sobreendeudamiento y la insolvencia. Establecer nuevas condiciones que aumenten el plazo de pago, el alquiler social para seguir viviendo en su casa si se ejecuta la hipoteca, la dación en pago obligatoria y medidas que prevengan el alto endeudamiento en el futuro, son algunas de las propuestas de los socialistas para abordar este drama humanitario. Pudimos hacer más cosas y mejor cuando gobernamos y el precio político ante la ciudadanía está pagado en las urnas con creces. Ahora es tiempo de mirar al futuro sin hipotecas, con sensibilidad ante los que lo pasan mal, inteligencia para elaborar alternativas y coraje para plantear causas que abran ventanas a la esperanza de una salida justa a la crisis.

Publicado en La Opinión de Málaga el 31 de octubre de 2012.

miércoles, 10 de octubre de 2012

CUI PRODEST


Existe un principio jurídico de origen en el Derecho Romano, según el cual para determinar la autoría de un crimen resulta esclarecedor preguntarse cui prodest, ¿a quién beneficia?. Séneca lo expresaba con certeza en su Medea, “cui prodest scelus, is fecit”, aquél a quien aprovecha el crimen es quien lo ha cometido.
       En estos tiempos oscuros que nos ha tocado vivir, se está cometiendo delante de nuestras narices un crimen contra el Estado social. El que construimos entre todos como modelo democrático de convivencia en la Constitución, tras cuarenta años de opresión y atraso respecto al resto de Europa. Se nos cuenta que todas las medidas que se están tomando son por nuestro bien, que tenemos que hacer un esfuerzo para sanear la economía del país y recuperar la senda del crecimiento y la creación de empleo. En definitiva, que todos los sacrificios que se nos piden son en nuestro beneficio.
          En busca del equilibrio del presupuesto, el Gobierno aumenta la presión sobre las rentas del trabajo, sube el IVA e incrementa las retenciones a los profesionales. Existen medidas alternativas como perseguir eficazmente el fraude fiscal, el de las grandes fortunas y las grandes corporaciones, la recuperación del impuesto sobre el patrimonio, el aumento de la fiscalidad más sobre los que más tienen y la lucha contra la evasión de capitales.Pero esta elección supondría repartir las cargas de la crisis con más justicia y seguramente no resultaría beneficiosa para los poderes económicos.
        Se nos dice que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ahora toca reducir el tamaño de nuestros ayuntamientos, comunidades autónomas, parlamento, servicios públicos, de nuestra democracia. Sin embargo, no he escuchado a nadie decir que tenemos parroquias y curas por encima de nuestras posibilidades. La Iglesia es la gran ausente en los recortes de este Gobierno de la derecha ultracatólica. No estaría de más que soportara cristianamente parte del esfuerzo que se nos pide a todos, pagando el IBI como todos los ciudadanos y reduciendo la aportación del Estado al mantenimiento de su estructura. Hay que recordar que la aportación de la Iglesia a la encomiable labor social de las Caritas Diocesanas no llega al 5%, el resto de la financiación de sus programas de atención a los que más sufren la crisis se reciben de las diferentes administraciones. Pedir un esfuerzo solidario a la Iglesia seguramente no sería beneficioso para la jerarquía eclesiástica.
         Se recorta la joya de la corona del Estado de bienestar español, nuestro sistema de salud que garantiza prestaciones universales de alta calidad a costes más que razonables. Un modelo sanitario que ha favorecido la alta cualificación de nuestros profesionales de la medicina. Una salud para todos que favorece que la investigación biomédica sea una realidad pujante en España. Y se recorta bajo la capa que todo lo tapa de la “inviabilidad financiera”. Pues bien, también en esto hay alternativas y desde Andalucía marcamos camino. El Gobierno de la izquierda de Pepe Griñán planteó una subasta de medicamentos para reducir costes sin mermar calidad en la atención sanitaria. Pero esta medida chocó con la oposición frontal del Gobierno de Rajoy, tal vez por no ser beneficiosa para la industria farmacéutica.
           Se nos plantea la necesidad de rescatar al sector financiero, sanear bancos y cajas de ahorros para que fluya el crédito nuevamente a empresas y familias y la economía funcione de nuevo. Un rescate a un sector donde descubrimos de la noche a la mañana que Bankia no tenía los millonarios beneficios que decía, sino que era un profundo agujero negro que crecía a medida que íbamos sabiendo más sobre su nefasta gestión, sin exigir responsabilidades a sus gestores. Es hora de plantearse seriamente inyectar dinero con la garantía de todos para sanear la banca española, pero hacerlo pasando por rescatar a la gente de la losa insoportable que suponen sus deudas hipotecarias que no pueden pagar por la pérdida de su trabajo. Pero pedir responsabilidades a los gestores de las entidades financieras y rescatar a las personas antes que a los bancos, seguramente no sería beneficioso para los poderes financieros.
       La próxima vez que le anuncien medidas contra la crisis, pregúntese cui prodest, a quien benefician, si ninguna de ellas va encaminada a defender la protección del Estado de bienestar, si ninguna de ellas tiene como finalidad reactivar la economía y crear empleo, desconfíe y sospeche mucho. Alguien le está robando el futuro, el suyo y el de sus hijos.

Publicado en La Opinión de Málaga el 10 de octubre de 2012.