lunes, 18 de noviembre de 2013

LIBERTAD ES NOMBRE DE MUJER

      He seguido con interés la campaña de Michelle Bachelet por la presidencia de Chile. El lema es Súmate al Chile de todos, que expresa una llamada inclusiva a la participación política de la ciudadanía. El programa está escrito en lenguaje de género, para chilenos y chilenas, con el propósito de abordar la desigualdad para ser capaces de mirar al futuro del país con confianza. Dedica un capítulo especial a la equidad de género, como eje transversal para lograr una sociedad de ciudadanos y ciudadanas verdaderamente iguales, igualmente libres.
    La lucha del feminismo por la igualdad de la mujer es la lucha por la libertad con mayúsculas, es la lucha por la emancipación de la humanidad que está presente en el ideario del socialismo desde sus orígenes. Tiene mucha razón Zapatero cuando afirma que no se puede ser socialista sin ser también feminista. La dominación del hombre sobre la mujer tiene su origen en una expresión más de la desigualdad de la sociedad capitalista, de las clases sociales donde los individuos tienen repartidas sus actividades productivas, considerando que el papel de la mujer es el hogar, el cuidado de los hijos y de los mayores.
     El socialismo democrático sitúa la libertad en el centro de su ideario. La política debe perseguir la construcción de una sociedad donde las leyes garanticen la no dominación de ningún ser humano sobre otro. Es el republicanismo cívico de Phillp Pettit que se extiende tanto al ámbito público como al privado. En el espacio público son necesarias instituciones democráticas que moderen el poder de los gobernantes, como la limitación de mandatos, la separación de poderes y el sometimiento a la Ley. En el espacio privado debemos legislar para erradicar uno de las mayores amenazas de la libertad, la caída en el infortunio quedando a merced de la necesidad. El Estado social es un escudo que nos protege contra la adversidad, garantizando a la ciudadanía el cuidado de su salud, la protección social ante el desempleo, sin temor a tenerse que humillar ante nadie para sobrevivir.
Por eso no es casual que las mujeres de la clase trabajadora, las mujeres socialistas, tengan un especial compromiso con la igualdad en las políticas públicas. Ellas han experimentado la opresión en su doble condición de mujeres y de trabajadoras, en una sociedad que reparte injustamente el poder y que necesita una profunda transformación para remover desde su raíz los obstáculos que impiden la igual libertad de todas y de todos.
      En la reciente Conferencia Política del PSOE las mujeres y hombres socialistas, hemos renovado el discurso y las propuestas para la sociedad, la política y la economía para el nuevo tiempo que tenemos que construir si queremos encarar el futuro con esperanza. El documento definitivo dedica un capítulo a las políticas para la igualdad. La equivocada e injusta política económica del gobierno del PP golpea especialmente a las mujeres. El 40% de las familias monoparentales están por debajo del umbral de pobreza, y una gran mayoría de estas familias tienen como responsable principal a mujeres. Los recortes en atención a la dependencia afectan en su inmensa mayoría a mujeres, que son el 67% de las personas beneficiarias y el 94% de las cuidadoras.
       Tenemos el reto de firmar un nuevo contrato social, que garantice la igualdad salarial entre hombres y mujeres, que reparta mejor las tareas de un modo igualitario en el ámbito de la conciliación de la vida laboral y familiar, que exija el acceso paritario de las mujeres a las responsabilidades directivas en las empresas. Una sociedad donde la condena a la lacra del terrorismo machista sea rotunda, de tolerancia cero con los que practican o minusvaloran esta violencia inaceptable, de apoyo decidido a sus víctimas. Un cambio de valores en el que los hombres debemos implicarnos activamente, porque también es necesaria una nueva masculinidad comprometida con la causa feminista, con los valores igualitarios de la no dominación de nadie sobre nadie. La asignatura de Educación para la Ciudadanía debe volver a nuestra escuela para promover un comportamiento cívico coherente con estos principios propios de una sociedad sana.

       Una agenda pública de profundas reformas nos convoca, porque la crisis es más profunda que la recesión económica. Solamente encontraremos las respuestas adecuadas para afrontar el futuro con confianza, seguridad y esperanza cambiando las preguntas, poniendo en cuestión el sistema de valores con el que nos hemos manejado hasta hoy en la sociedad, la política y la economía. Las mujeres son las más cualificadas valedoras de este necesario y profundo proceso de cambio. Mujeres preparadas, con experiencia, con alma y corazón progresistas, que saben lo que es la desigualdad porque la han experimentado doblemente en sus propias carnes, sensibles ante la injusticia porque les conmueve y rebeldes para superarla porque les indigna. Mujeres como Michelle Bachelet, Susana Díaz y Carmen Chacón.

Publicado en La Opinión de Málaga el 18 de noviembre de 2013.