Comienza septiembre y los recuerdos de nuestra infancia y
juventud nos llevan al inicio del cole. Todavía hoy la contabilidad de la
actividad del año la hacemos de septiembre a junio y tras el verano comienza un
nuevo curso en estas fechas. Ante el curso político cabe hacer esta pregunta a
nuestros gobernantes: ¿hiciste los deberes?
Recientemente escuchamos a Rajoy explicar por qué no está
cumpliendo su programa electoral y cómo está haciendo lo que se debe hacer. El
Presidente se esconde en un deber moral que lo exime de toda responsabilidad,
una coartada para explicar por qué hace lo contrario de lo que prometió. Él se ve firme defensor de los derechos de los
trabajadores, de la igualdad de la mujer, de la escuela pública, de la sanidad
igual para todos, del sistema público solidario con los que pasan dificultades.
Pero la malvada y odiosa bruja “Realidad” no se lo permite y lo obliga a
caminar por la penosa senda de los recortes del Estado de bienestar muy a su
pesar, a subir hasta el IVA de los chuches para disgusto y decepción de la niña
de su debate.
Si lo piensan bien y recordamos sus discursos en campaña,
su comportamiento se resume en un criterio que dejó claro en todos sus
discursos: si ganaba las elecciones haría las cosas “como Dios manda”. Parece
no decir nada pero lo dice todo. Su sentido del deber supone ser obediente con quien
tiene poder para mandar. Llevado el planteamiento a las cuestiones terrenales
de la economía, la sociedad y la política, está aprovechando el miedo
paralizante que genera la crisis en la ciudadanía, para aplicar un programa de
reformas siguiendo una agenda ideológica ultraconservadora de retroceso en las
libertades y de desmantelamiento del Estado de bienestar como modelo solidario
de acceso a la educación, la salud y la protección social.
Hay que decir que Rajoy es un alumno aplicado, que está
haciendo los deberes con esmero y buena letra, obediente con los dictados de la
seño Angela Merkel, candidato a ser el primero de la clase. Ha hecho una
reforma laboral que facilita el despido, que debilita la capacidad de los
sindicatos de defender los derechos de los trabajadores, que deja a capricho
del empresario establecer las condiciones de trabajo que desee sin cortapisa alguna,
que no crea empleo sino más bien todo lo contrario como la bruja “Realidad” nos
muestra. Está deteriorando las condiciones de calidad de la escuela pública,
pero mantiene e incrementa la financiación de los centros privados, incluso los
que segregan a los alumnos por género. El desarrollo de la Ley de Dependencia
está severamente comprometido, pero si una mujer está embarazada de un futuro
dependiente se la condena a tener ese hijo y arreglárselas como pueda. El
sistema sanitario público cada día es menos universal y da menos prestaciones,
ampliando la oportunidad de negocio de la sanidad privada. Y a “los de la ceja”
les va a dar su merecido por librepensadores y libertarios con la subida del
IVA a la Cultura.
Yo soy yo y mis circunstancias que decía Ortega y Gasset,
pero esta afirmación tenía un correlato que salvaba al ser humano del pesimismo
determinista de su afirmación: si no actuamos sobre nuestras circunstancias
estaremos condenados a someternos a ellas. Y es éste el cometido de la política,
identificar bien las circunstancias de la realidad para con inteligencia y
voluntad ser capaz de cambiar el estado de cosas de cada tiempo. Podemos
coincidir en que es necesario sanear el sistema financiero para que el dinero y
el crédito vuelvan a circular activando la economía productiva, pero quienes
necesitan ser rescatadas son las personas que viven con angustia el dilema
entre pagar la hipoteca y alimentar a sus hijos. El dinero que vamos a dar a la
banca para sanear sus balances puede y debe llegar pasando por las familias que
no tienen trabajo y no pueden pagar sus hipotecas. Y no vale esconderse tras el
burladero de la legalidad para lidiar este toro, podemos y debemos cambiar
democráticamente las leyes para hacerlo posible, para rescatar a la ciudadanía
de los poderes económicos.
Es necesario escribir el cuento de otra manera, un cuento
de esperanza en el que “Democracia” sea la heroína que se enfrente a la bruja
“Realidad” para vencerla y rescatar a la ciudadanía de los poderes oscuros que
manejan los hilos de la economía globalizada. Estos son los deberes que debe
hacer un gobernante democrático, ofrecer alternativas políticas que transformen
la realidad para salir de esta crisis preservando las libertades, la igualdad,
la justicia y el modo solidario de convivencia que representa el Estado de
bienestar. Tenemos formas diferentes de entender qué es hacer nuestros deberes,
cada cuál se ha educado en un entorno social distinto. Yo fui a una escuela
pública de un barrio obrero de Málaga.
Publicado en La Opinión de Málaga el domingo 9 de
septiembre de 2012.