domingo, 7 de septiembre de 2014

SABEMOS

La filosofía es lo contrario del sentido común, de la evidencia por tradición. Su destino consiste, precisamente en perforar dicho sentido común, escribía Ortega y Gasset en ¿Qué es filosofía? El pensamiento crítico es lo menos parecido a eso que llaman el sentido común, que habitualmente se refiere a interpretaciones de la realidad asentadas en la conciencia colectiva por los poderes dominantes y que tiene una intención de conservar el statu quo establecido.

            Desde este punto de vista la conocida frase que dice que el sentido común es el menos común de los sentidos, no alude a la escasez de entendimiento del ser humano. La inteligencia y la memez son transversales. Quizás son una de las pocas cosas que están repartidas con justicia en todas las posiciones sociales. Más bien hace referencia a que cada cual tiene su manera de entender el sentido de las cosas y por tanto su pretensión de que sea norma común para la comunidad. Este juicio de sensatez y virtud de las normas está condicionado por nuestra escala de valores, por nuestra manera de entender las relaciones humanas y los comportamientos con los demás.

            Eso que conocemos como ideología es el marco mental con arreglo al cual entendemos el mundo y nuestra relación con el entorno social, político y económico. Nos sirve para dar coherencia ética a nuestras acciones y para estructurar nuestro pensamiento. En política es especialmente relevante, porque no basta con la indignación ante una realidad que nos disgusta, sino que es necesario un marco ideológico si queremos elaborar un programa de acción política coherente y compartido por otros que sienten y piensan de igual manera sobre la libertad, la justicia, la igualdad.

            La irrupción una nueva fuerza política emergente se nutre de una suerte de sentimiento común, el de la indignación ante una crisis económica que golpea duramente a las clases medias y de la que tenemos la sensación de sufrirla con una enorme injusticia en el reparto de los sacrificios. Su virtud ha sido entender muy bien los mensajes de ciudadanas y ciudadanos que participaron en las asambleas del 15M. En estos debates la agenda política de temas que se abordaban era fundamentalmente progresista y de izquierdas. Sin embargo, el mensaje de su líder huye deliberadamente del posicionamiento ideológico izquierda-derecha, se instala en la transversalidad en un intento de abarcar todo el espectro político para extender al máximo sus redes, con un único elemento común bastante antipolítico calificando a los demás partidos de casta.

            La hora de la verdad en política llega en el momento de ofrecer a la ciudadanía un programa de acción transformador, que resuelva sus problemas con soluciones viables desde el conocimiento de las políticas públicas y con capacidad suficiente para aglutinar alrededor una amplia mayoría con fuerza para lograr hacerlo posible. Estos objetivos son difícilmente alcanzables sin una organización que se defina ideológicamente, sin una experiencia en sus cuadros que acredite su capacidad técnica y política para gobernar y sin una capacidad para establecer alianzas transnacionales en la Unión Europea.

            La socialdemocracia española dejó pasar el 15M sin darle la importancia que merecía. En sus asambleas participó mucha gente progresista que hablaba, debatía y proponía sobre transparencia, democracia, exigencia de responsabilidades, justicia en el reparto de esfuerzos, límites a los poderes del dinero, defensa de la sanidad universal, de la educación pública, de la atención a la dependencia, la necesidad de una economía para las personas y no de un sacrificio de los débiles para la economía. Esos son los temas que preocupan a la ciudadanía y que requieren una respuesta desde la izquierda transformadora.

            En el PSOE estamos inmersos en un proceso de renovación de las personas que dirigen el partido, de las propuestas programáticas para salir de la crisis y de los modos de relacionarnos con la ciudadanía, impulsado por el recientemente elegido en primarias como secretario general Pedro Sánchez. El decálogo de medidas económicas presentado recientemente, la propuesta de una renta básica para parados sin prestación, la limitación de mandatos y aforamientos, son ejemplos de que se está entendiendo el mensaje. Nosotros extendimos la sanidad y educación universales como derechos, el sistema de atención a la dependencia, las pensiones no contributivas. Se trata de actualizar las políticas para que el Estado social siga siendo posible. La socialdemocracia está presente en toda Europa y tiene capacidad si actúa unida para cambiar la política económica austericida. Somos una fuerza política cargada de valores progresistas, con personas de acreditada solvencia en la gestión pública y con fuerza para un proyecto europeo. En el partido socialista no sólo podemos, sabemos.

Publicado en La Opinión de Málaga el 7 de septiembre de 2014.