En La audacia de la esperanza,
donde Barack Obama desarrolla el
programa político que le llevaría a la presidencia de Estados Unidos, escribía
sobre como muchos de los males que nos aquejan proceden de una quiebra cultural
que no puede curarse sólo con dinero y que nuestros valores son al menos tan
importantes como nuestro Producto Interior Bruto. Un concepto integral de la
cultura que supone entenderla como motor del cambio social, donde la vanguardia
del pensamiento y la creación artística alumbran ideas de futuro.
El analista político y
periodista Andrés Ortega, en su
recientemente publicado libro Recomponer
la democracia recuerda las reflexiones de Ortega y Gasset en torno a las épocas críticas de la historia, en
las que se hace necesaria la transformación del sistema político, el
alumbramiento de una nueva política, de una renovada actitud histórica que
libere las energías creativas existentes para actuar conforme a usos nuevos que
dejen atrás viejos abusos.
La cultura es
determinante para promover la capacidad de reflexión crítica y la relación de
las personas con su entorno social. El hombre y la mujer libres como sujetos de
la vida política de la comunidad. Una de las cuestiones que han facilitado la
permeabilidad de los valores individualistas neoconservadores, tiene su origen
en la consideración de las personas como consumidores pasivos de productos
culturales, en lugar de tratarlas como ciudadanas y ciudadanos actores de su
tiempo, protagonistas de la actividad cultural en su entorno más próximo. En
las ciudades la cultura tiene un enorme potencial para convertir las
aglomeraciones urbanas en verdaderas polis, en comunidades de convivencia
cívica protagonizadas por una ciudadanía activa cultralmente.
La naturaleza humana es
fundamentalmente cultural. Somos seres que vivimos en un complejo de relaciones
sociales, que nos desarrollamos en un devenir histórico interconectados
mediante el lenguaje, la palabra, la comunicación en todas sus expresiones
simbólicas y artísticas. El diálogo cultural impulsado por intelectuales y
creadores, genera oleadas de pensamiento y sentimientos que conmueven las
conciencias de la gente. Van surgiendo nuevos consensos colectivos a través de
la socialización de saberes e ideas nuevas, superando las adquiridas hasta el
momento con la extensión de la conciencia crítica ante la realidad social,
política y económica.
Una política cultural
progresista tiene que diferenciarse de la visión conservadora de lo cultural
haciendo bandera de su defensa como derecho. Para ello es necesario separar,
redefinir, articular dos realidades conectadas pero diferenciadas. Por una
parte el derecho de la ciudadanía a acceder activamente a la cultura y la
defensa de la industria cultural como factor de progreso económico y creación de
empleo de calidad.
Una de las mayores
amenazas de los recortes financieros en el ámbito de las políticas culturales
que estamos sufriendo, está en la disminución dramática de la diversidad
cultural y por consiguiente de la calidad de nuestra democracia. Una enorme
multitud de ideas y proyectos de varias generaciones están en riesgo de
perderse sin remedio, con un considerable daño irreparable en los terrenos
creativo y económico. Atender la cultura como si fuese una mercancía más dentro
del tráfico económico sometido exclusivamente al mercado, contribuye a la
banalización de la misma al considerarla un producto más de la sociedad de
consumo. Se está extendiendo peligrosamente una visión que la iguala a
entretenimiento y ocio prescindibles en tiempos de escasez, que no merecen
ayuda pública en tiempos de ajustes presupuestarios.
A esta triste realidad
tenemos que añadir el maltrato nada inteligente desde el punto de vista
económico de la subida del IVA en un 162%. Este castigo está destruyendo un
sector de actividad no deslocalizable sin haber servido para aumentar la
recaudación para la Hacienda Pública. Una medida que no consigue aumentar los
ingresos y que hace daño a un sector de la economía española destruyendo más
empleo, sólo puede significar dos cosas, o Rajoy
preside un Gobierno de incompetentes o actúa por motivaciones ideológicas para
castigar a ese nido de progres, a los de la ceja amigos de Zapatero. Aunque visto lo que estamos viendo en el ecuador de su
legislatura pienso que se trata de las dos cosas a un tiempo.
Mientras mantengamos
vivo el fuego del inconformismo, de la reflexión crítica ante la realidad de
nuestro tiempo. Mientras la expresión de las artes y las letras, con las
formas, la palabra y el gesto, alumbren el camino desde lo posible para
alcanzar lo soñado. Mientras seamos capaces de construir entornos de
convivencia cívica en los que la ciudadanía viva activamente la cultura como
motor de cambio, habrá esperanza para nuestro futuro. Un futuro de ciudades
habitadas por ciudadanas y ciudadanos libres, iguales y fraternos. Culturenses.
Publicado en La Opinión de Málaga el 25 de febrero de 2014.